El delegado del miércoles santo no se va a comer solo el marrón de 2013. Es cierto que el caso de los Panaderos tiene tomate y debe saldarse con alguna depuración. Pero no ha sido el único. Porque habrá que pedir responsabilidades al Amor por la entrada de la Borriquita en la Campana con marchas mientras Jesús Despojado se empapaba ¿no? O a La Estrella que tardó hora y cuarenta más de lo previsto en llegar a la carrera en la lluviosa tarde del domingo de ramos.
O a Montesión que se queda pasmada en la Catedral bloqueando durante una hora el paso de las que vienen detrás. O a la Esperanza de Triana qué gastó más de 20 minutos y 4 marchas en entrar en la Campana ante la sonrisa etrusca del delegado Carlos López cuando sabían que iba a llover y que Los Gitanos esperaban. A San Gonzalo no habrá que pedirle nada. Ya cogieron al neófito hermano mayor sus compañeros del lunes para afearle el retraso.
El Consejo ahora no tiene capacidad sancionadora. Antes sugería al Vicario y este ejecutaba pero desde que se fue Domínguez Valverde no existe una autoridad que ponga freno a los desenfrenos. Ni a estos, ni al gran circo musical en que se ha convertido la semana santa. Pero tras lo de este año todo es distinto. Hay consejeros que piensan que como no se tomen medidas esto se va de las manos. Y no solo eso. La continuidad de Bourrelier depende de cómo se resuelvan los marrones que ha dejado esta semana santa. Si el Consejo no reacciona, puede que en la asamblea de verano, el mismo grupo de hermanos mayores que respaldan a Enrique Esquivias pida un adelanto electoral. Todo, por tanto, pende de un hilo: del hilo de la responsabilidad de un Consejo que, ahora sí, tiene que mojarse y poner soluciones para evitar que sigan las cosas de la semana santa sigan volviéndose locas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario