viernes, 26 de abril de 2013

Vivencias de un costalero "morisco"


No sé ni cómo comenzar, pero una historia como ésta, se merecía un hueco en el blog “Tertulia Cofrade” así que comenzaré por el principio…

En la mañana del Viernes Santo, mientras que la Hdad. de Jesús acababa su recorrido, lo único que rondaba en mi cabeza era lo que pasaría por la tarde, lo que otros muchos también pensaban, ¿llovería o el tiempo nos daría una tregua?.

Una vez terminada la estación de penitencia de la Hdad. de Jesús, me dirigí a mi Stmo. Cristo de las Aguas y a Ntra. Sra. de los Dolores para pedirle por favor que ocurriese un milagro y el tiempo nos dejara “ponerlos en la calle”. Al ponerme delante de ellos, llegó uno de los más grandes compañeros que se puedan tener bajo unas trabajaderas, mi amigo Javi. Mientras estábamos allí, hablando del mal tiempo y de que haríamos por la noche, unas lágrimas cayeron por sus mejillas, intenté animarlo y decirle que aún nos quedaba tiempo, que tuviésemos un poquito de esperanza y fe.



Salí del Convento rumbo a mi casa, como cada tarde de Viernes Santo, una comida “rapidita”, una siesta con muchos nervios, una ducha y a comenzar a prepararme porque ya eran las 6, hora en la que había quedado con mi gran amigo Jose.

Antes de salir, llamé a mi novia y con las lágrimas en los ojos, le decía que estaba chispeando y que venía muy negro, ella en cambio me decía que tuviese esperanza que seguro que saldríamos.
Ya eran las 6, me dirigí hacía mi esquina y esperé a que llegara Jose.

De camino al Convento no sabíamos hablar de otra cosa que no fuese del tiempo, y una vez allí, comenzó a llover...
Dentro, las caras de preocupación era lo que mas se veía, pero quedaba un poco de fe, aún faltaban 2 horas y todo podía pasar.


En el interior, nos comenzamos a igualar, a pensar donde serían nuestros relevos y sobretodo mirando al cielo, ese que lo mismo caía una buena tromba de agua, que hacía un sol radiante.

Comenzaron a llegar los nazarenos y el Capataz nos mandó a hacernos "la ropa" ¡Yo tenía esperanzas! Mientras que nos preparábamos, la Junta de Gobierno se reunía, todo estaba en sus manos…

Y llegó ese momento, ese en el cual llega el Capataz y todos le preguntamos lo mismo, “¿se sale?”, y ansiando su respuesta, nos dice que “¡Sí!, que se recorta camino pero que se sale.” Todo era alegría en ese momento, los abrazos entre costaleros era el signo de la unión de esta cuadrilla que más tarde se podría ver en la calle.

Se retrasa un poco nuestra salida, el Capataz nos da las últimas indicaciones, todos estamos preparados, le digo a Eugenio que me "ponga el costal como él sabe, que no se mueva ni mijita y que aguante toa la noche".


Nos dirigimos hacía el paso, nos vamos colocando en nuestras trabajaderas, empujando el costal hacía arriba para que se vaya "haciendo la cama" y las puertas del Convento se abren, mi corazón late mas rápido de lo normal, los nervios recorrían todo mi cuerpo, y se escucha esa voz del Capataz que nos dice..."¡Señores! ¡Ya vamos a esta en la calle! ¡Ahora lo que os toca es disfruta porque sois los mas privilegiados de toda la hermandad por el sitio donde vais!"


La primera levantá, esa donde estas más nervioso que todas las cosas, no se puede describir ese momento. Y manda el Capataz "¡Vámonos de frente!", llegamos a la puerta, por fin estamos en la calle, dos lágrimas salen de mis ojos, ¡estábamos en la calle! Comenzamos el recorrido con nuestro pie izquierdo siempre por delante. En la calle, silencio al pasar nuestro Señor, y de fondo solo se escucha el "rachear de las zapatillas" y la música de capilla que nos acompaña.

Una tras otra, vamos recorriendo las distintas calles, la mezcla de sentimientos y de emoción es distinta a cada paso que daba, me sentía cómodo. Le preguntaba a mis compañeros que como iban, sobre todo a mis compañeros de trabajadera Javi y Antonio, mi derecha y mi izquierda. Todos íbamos al mismo son, el Capataz solo tenía elogios para nosotros.


Y llegamos a la calle La Luna, esquina con la calle Morón, revirá donde yo ya pensaba en lo poco que me quedaba porque era el último relevo. Un golpe de martillo nos para en la calle Morón y mientras que le voy dando las gracias al Señor por esa noche, me fijo en el suelo y me parece ver que hay pequeñas gotas. El Capataz para de nuevo el paso, tres golpes de martillo nos hace volver a hacer de nuevo otra levantá, y de repente el Capataz nos manda a hacer el paso mas largo, nuestro peor enemigo había decidido acompañarnos, comienza a llover. Debajo de las trabajaderas solo se piensa en ir lo más deprisa posible para que al paso y al Señor no les pase nada. Pasando por el Ayuntamiento, la gente del pueblo nos aplaude. El Capataz quiere bajar el paso, pero los costaleros decidimos no bajarlo, no queremos que le pase nada. Queremos llevarlo hasta el Convento, ahora no mandaba el Capataz, ¡mandaban los Costaleros! Entre lágrimas los costaleros vamos llevando a nuestro Señor, nos estaba dando fuerzas para hacer esa "Gran Chicotá" y llevarlo de nuevo a su sitio.
En poco tiempo estábamos en el Convento, el Capataz nos manda a ir "poco a poco" porque las puertas del Convento no nos dejan pasar tan ligeros, y dentro de él, el Capataz da un toque al llamador y bajamos el paso. Lágrimas dentro y fuera de él, pero ya estábamos en el Convento, la cuadrilla estaba orgullosa del trabajo bien hecho. El Capataz nos llama de nuevo, y nos dice “¡Esta levantá va por todos ustedes, los que tienen más casta de toda La Puebla!”, porque tenemos una unión y una fuerza que nos hace ser únicos, tercer golpe de llamador y la cuadrilla al unísono grita "¡al cielo!". Poco a poco vamos llegando a su sitio dentro del Convento, todos sabemos que lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, que nos hemos dejado todas las fuerzas debajo de las trabajaderas y el Capataz grita por última vez "¡ahí queó!" y un golpe de llamador deja caer el paso al suelo.

Salimos del paso y comenzamos a abrazarnos. Entre lágrimas abrazo a mis amigos y compañeros de cuadrilla, Jose, Javi y Luis. La unión de la cuadrilla solo había que verla en los abrazos que nos dábamos. En ese momento se acerca David, mi Capataz, dándonos las gracias a todos, dándonos abrazos y elogiándonos a cada uno de nosotros por el trabajo que habíamos realizado.
Se acaba el Viernes Santo para nosotros, para todos, para esta cuadrilla tan magnífica y a la cual quiero agradecer el esfuerzo que realizaron al llevar al Señor sin parar, quiero darles las gracias a todos y a cada uno de ellos. También a mi grandísimo Capataz, mi David, que supo aguantar los nervios de la lluvia y guiarnos como nadie sabría hacerlo. Y como no, darle las gracias a mi novia que durante toda la semana me estuvo apoyando para que no perdiese las esperanzas, en definitiva darles las gracias a todos los que hicieron que este Viernes Santo se quedase para siempre en mi recuerdo.
¡Gracias a todos!

¡No puedo describir lo Orgulloso que me siento de pertenecer a esta magnífica cuadrilla!
Venerable y Fervorosa Hermandad de la Corona de Espinas, Congregación del Pecado Mortal, Santa Caridad y Cofradía de Nazarenos del Stmo. Cristo de las Aguas, Santo Entierro y Orden Tercera de los Siervos de María Stma. de los Dolores.
Puebla de Cazalla, Sevilla.

Escrito por: Adrián Moreno Melero. 

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