Amanecí con el suave guiño que genera en la cara la luz de
tu Sol radiante . Me refugié en las sonrisas que desprendía la inocencia ,
todas con la Esperanza que desprende tu ciudad. Parecía una mañana diferente, y
me sumí en un profundo sueño del que no quería que me despertaran . Recorrí tus
callejones buscando el lugar donde le rindes culto a tus imágenes. Pero como
siempre los Terceros fue la primera parada. Radiante. Creí al verte que este
sería nuestro día , que ya Sevilla te había esperado lo suficiente y tenía
ganas de ver el brillo de tu verde mirada, esa misma que mira al suelo ,
Humilde y Paciente .
Todo ocurrió demasiado de prisa. No me dio tiempo a sentir
el escalofrío que provoca la apertura de las puertas de tu iglesia , porque
cuando mire ya estaban de par en par , ni me dio tiempo a sentir el calor que
desprenden las velas al caer la noche , ni el cansancio que producen las horas
al transitar por tu Sevilla…
Me pareció seguir soñando. Me eché a tus calles con ese
cirio color sacramental y repartí las estampas con tu imagen, para que Sevilla
te rezara al igual que yo. Pero de pronto todo se truncó . San Pedro me jugó
una mala partida . Le había advertido que el único que tenía que llorar aquella
tarde era yo , no él , pero se ve que no pudo contener la emoción al verte. El
salpicar de sus lagrimas en los paraguas consiguió despertarme del sueño en que
creía estar. Saqué una estampita de mi bolsillo y empecé a rezarte con la misma
fuerza con la que la apretaba, pedí que esa nube pasara pronto , pero fue en
vano. Mientras más fijaba en ti mi mirada, con mayor dureza parecía calar el
agua por mi túnica. Como me dolió la imagen de verte instaurar la eucaristía
rodeado de paraguas, como me dolieron esas gotas de agua que corrían por tu
barba y tu nariz…. ¡No sabes cuánto! Clamé al cielo con pequeños gritos de
rabia pensando que así escucharías mis suplicas , pero siguió siendo en
vano.
Manos desconocidas , me daban pequeños tortazitos
alentadores en la espalda, “animo chiquillo, un año pasa volao”. Un costalero
se me acercó y abrazándome dijo “en el Corpus lo tenemos otra vez en la calle”.
Pero fue entre los brazos ,con lágrimas en los ojos , de mi primo y mi tío en
los que pude encontrar algo de consuelo . Aun así me faltaba uno y lo busqué
pero no lo encontré , el de Ángela , mi corresponsal fotográfica en Sevilla ,
que se encarga cada domingo en acercarme a mi Cristo para que la espera sea más
llevadera.
Cuantas oraciones se quedaron sin terminar , cuantas gotas
de cera roja no regaron tus calles, cuantas lágrimas cayeron antes de tiempo…
La espera que tú y yo habíamos establecido no acabó del todo, es más, aumento
378 días para visitarte en el lugar donde habitas y poder sentir más cerca tu
presencia ,378 días para rezarte… 378 días más para esperarte.
Te sigo esperando . Solo te pido salud para poder verte el
año que viene cuando caiga la primavera y Sevilla se mire en tus ojos verdes.
Otro Domingo de Ramos que no comienza MAESTRO.
Escrito por: Juan María Olmedo Urcelay.
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