La cera es testigo, como las teas de la época de Poncio Pilatos, del cautiverio de Jesús y del sufrimiento de su Madre. Pronto de nuevo será preso de la Sevilla cofrade, que verá como el Redentor sufre por sus calles y plazas.
Mujeres de la Jerusalén sevillana serán las que pongan sus pasos tras el Maestro al igual que su Madre, que en comunión con sus hijos genovevos será consolada por un pañuelo negro y blanco de correa mercedaria, escudo en el antebrazo izquierdo y mercedario en el pecho.
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